La justicia española ha condenado a seis miembros de la banda juvenil Trinitarios a diez años de prisión cada uno, y a un séptimo a siete años, por su participación en un brutal ataque con machetes contra dos jóvenes en enero de 2023 en el parque Cuña Verde del Ferrocarril, en Madrid. Los acusados aceptaron un acuerdo con la Fiscalía y la acusación particular, evitando un juicio prolongado.
El ataque: una "caída" planeada con precisión
Según la investigación policial, el ataque fue una represalia orquestada por Gretty, líder del grupo, tras haber sufrido una agresión ese mismo día. Con el objetivo de atacar a miembros de la banda rival Dominican Don’t Play (DDP), catorce integrantes de los Trinitarios se trasladaron desde distintos puntos de la ciudad al parque, evitando ir juntos para no levantar sospechas. Sin embargo, al no encontrar a sus rivales, arremetieron contra dos jóvenes que simplemente estaban en el lugar.
Los agresores, que llevaban mascarillas para ocultar su identidad, atacaron a las víctimas con machetes y piedras. A uno le seccionaron los tendones del brazo derecho y al otro le provocaron un corte profundo en el rostro, afectándole los nervios. La Fiscalía calificó el suceso como intento de asesinato, alegando que las víctimas habrían muerto de no haber recibido atención médica inmediata.
Investigación y condena
El caso se resolvió gracias a la labor de la Policía Nacional, que utilizó imágenes de cámaras de seguridad, registros de transporte y testimonios de testigos para identificar a los responsables. Durante el juicio, se reveló que los Trinitarios habían seguido un protocolo detallado para evitar ser rastreados, incluyendo la prohibición de llevar teléfonos móviles.
Además de la pena de prisión, los condenados deberán indemnizar a las víctimas con más de 26,000 euros por las lesiones y secuelas sufridas. También se les prohibió acercarse a menos de 500 metros de las víctimas y tendrán ocho años de libertad vigilada tras cumplir su condena.
Con este fallo, la justicia española cierra un caso que evidenció la violencia extrema y la planificación meticulosa de las bandas juveniles en Madrid, reafirmando su compromiso en la lucha contra el crimen organizado en la ciudad.